El Departamento de Justicia de Estados Unidos acusó al líder de Oath Keepers (Guardianes del Juramento), Stewart Rhodes, y a otras diez personas de «conspiración sediciosa», en relación con el ataque del 6 de enero de 2021 al Capitolio, donde partidarios del expresidente republicano, Donald Trump, intentaron impedir el traspaso de mando al demócrata Joe Biden, tras la derrota en las elecciones de noviembre de 2020.
La nueva acusación, que se dio a conocer ayer, sostiene que Rhodes y sus cómplices participaron «en una conspiración para oponerse a la transferencia legal del poder presidencial por la fuerza, impidiendo, obstaculizando o retrasando por la fuerza la ejecución de las leyes que rigen la transferencia del poder».
El Departamento de Justicia sostuvo que el líder de Oath Keepers esperó la directriz de Trump antes del ataque al Capitolio.
Además, los documentos judiciales más recientes revelaron que Thomas Caldwell, también de Oath Keepers y quien fue arrestado en enero, realizó un viaje de reconocimiento a la ciudad de Washington, antes del 6 de enero.
La acusación también revela comunicaciones previamente desconocidas en las cuales supuestamente Rhodes envió mensajes que, según los fiscales, alentaron el uso de la fuerza para oponerse a la transferencia legal del poder.
«No vamos a pasar por esto sin una guerra civil. Es tarde para eso. Preparen su mente, cuerpo y espíritu», escribió supuestamente Rhodes en un mensaje de Signal del 5 de noviembre de 2020.
En diciembre, Rhodes, según la acusación, se refirió sobre la certificación del colegio electoral. «No existe una salida política o legal estándar para esto», aseveró.
Anteriormente, los fiscales mencionaron que Rhodes usó Signal durante el ataque para comunicarse con otros miembros de Oath Keepers que estaban en el Capitolio.
«Todo lo que veo que hace Trump es quejarse. No veo que tengan ninguna intención de hacer nada», supuestamente señaló Rhodes.
«Así que los patriotas están tomando el asunto en sus propias manos. Ya han tenido suficiente», sentenció en Signal a la 1:38 p.m. ese día, poco después de que comenzara el asedio.
Las fotos que circulan en las redes sociales de su presencia cerca del Capitolio el día del asalto son una prueba irrefutable en su contra.
Rhodes admitió haber estado allí, pero enfatizó que no entró al recinto del Congreso junto a la turba. Aunque los testigos dicen que era él quien daba las órdenes a sus seguidores para desbaratar la reunión de los congresistas y durante los disturbios que terminaron con la vida de cinco personas.
Además, la acusación confirmó que miembros de Oath Keepers de tres estados diferentes, incluido el recién acusado Edward Vallejo, escondieron armas en un hotel de Virginia como parte de una fuerza de reacción rápida.
¿Quiénes son los Oath Keepers?
Es la milicia armada ultraderechista que participó del asalto al Congreso estadounidense el 6 de enero con el objetivo de impedir que el Senado ratificara el triunfo de Joe Biden en las elecciones y desechara las falsas acusaciones de fraude que lanzaba el todavía presidente Donald Trump.
Forman parte de un grupo de 535 personas que ya fueron identificadas y procesadas por la sublevación.
Tras las investigaciones de los fiscales y la prensa, la milicia de los Oath Keepers quedó en el centro de lo que parece cada vez con más claridad como una acción político-militar organizada para romper el orden constitucional y mantener a Trump en el poder.
El círculo se cierra sobre Stewart Rhodes, fundador y líder de la milicia, que tiene unos 35.000 miembros activos, la mayoría de ellos exsoldados y policías con entrenamiento militar.
Él mismo es un ex paracaidista del ejército. Y en los juicios a los que ya fueron sometidos algunos de sus hombres, aparece en los expedientes judiciales mencionado como «Persona Uno».
Ahora Rhodes, conocido por su distintivo parche negro en uno de sus ojos y uno de los líderes más experimentado de las milicias supremacistas blancas, está en la afilada punta de la pirámide de los acusados.
Mientras estudiaba abogacía en Yale tras dejar el servicio activo en el ejército, se afilió a un grupo ultraderechista llamado «Patriots».
Al graduarse fue a trabajar con el libertario Ron Paul, excongresista republicano de Texas.
Y en 2009, apenas unos meses después de que el presidente Barack Obama asumiera el cargo, formó las milicias de los Oath Keepers.
En su primer discurso durante una ceremonia celebrada en Lexington (Massachusetts), donde tuvo lugar una famosa batalla de la Guerra de la Independencia, Rhodes indicó que su plan era que los milicianos desobedecieran «ciertas órdenes ilegales del gobierno» y, en su lugar, «mantuvieran su juramento a la Constitución».
Tras la llegada de Trump a la Casa Blanca, Rhodes y los Oath Keepers tuvieron un viraje político y se olvidaron de sus puntos de vista antigubernamentales para abrazar el nuevo espíritu nacionalista y las sospechas de una conspiración del Estado profundo que se había arraigado en Washington.
Rhodes apareció varias veces en eventos políticos a los que era invitado por colaboradores cercanos del presidente.
Hasta que se puso al frente de los grupos de ciudadanos más radicalizados que creían en las mentiras que lanzaba Trump a través de las redes sociales clamando que había sido víctima del fraude y desconociendo la victoria del presidente Biden.
En ese momento dijo a la prensa que tenía hombres estacionados fuera de Washington preparados para actuar a las órdenes de Trump. Y en un mitin en esa ciudad del 12 de diciembre, pidió al presidente que invocara la Ley de Insurrección, sugiriendo que si no lo hacía resultaría en una «guerra mucho más sangrienta».
Otros grupos también participaron
En estas acciones también tomaron parte otros grupos de milicias ultraderechistas como los Proud Boys.
El líder de ese grupo, Enrique Tarrio, se declaró culpable a mediados del año pasado de robar una bandera del movimiento Black Lives Matter (BLM), que se formó para protestar contra la brutalidad policial y el racismo con los miembros de la comunidad negra estadounidense, y de quemarla delante de un grupo de sus seguidores.
El hecho ocurrió en diciembre de 2020 cuando arreciaban las marchas del BLM en todo el país tras la muerte por asfixia de George Floyd.
La bandera estaba colocada en la puerta de la histórica iglesia metodista de la esquina de la calle E y 11 de Washington.
Luego, el 4 de enero –dos días antes de los hechos en el Capitolio- Tarrio fue detenido transportando municiones que, supuestamente, iban a ser utilizadas en el asalto.
Durante los hechos, se vio que los milicianos de los Proud Boys actuaron en forma coordinada con los Oath Keepers.
Un cambio en la investigación
Los cargos representan un cambio drástico en la investigación del Departamento de Justicia sobre el 6 de enero.
El fiscal general Merrick Garland manifestó la semana pasada, durante la conmemoración del ataque al Capitolio, que el departamento estaba «comprometido a responsabilizar ante la ley a todos los perpetradores del 6 de enero, en cualquier nivel, ya sea que estuvieran presentes ese día o fueran criminalmente responsables del ataque a nuestra democracia».
Hasta ahora, el Departamento de Justicia había sido muy cuidadoso de no promover la idea de sedición.
En su lugar, acusó a los sospechosos afiliados a grupos de derecha de conspiración para obstruir el procedimiento del Congreso el 6 de enero.
El cargo de conspiración sediciosa conlleva la misma consecuencia posible que un cargo de obstrucción.
Sin embargo, pocas veces se usa, tiene una carga política y fue difícil para el Departamento de Justicia utilizarlo con éxito contra los acusados en el pasado.
Anteriormente, algunos funcionarios de la administración de Biden consideraron que usar el cargo de sedición podría politizar el enjuiciamiento de los agitadores del Capitolio por parte del Departamento de Justicia.
Y la agencia retrocedió después de que el exfiscal principal encargado de la investigación, Michael Sherwin, dijera que creía que podría haber una acusación de conspiración sediciosa.
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